¿TE HAS PREGUNTADO ACERCA DE TU ROL DE FACILITADOR/A EN LOS PROCESOS DE CAMBIO IMPULSADOS POR NUESTRAS INTERVENCIONES?

Compartimos una nueva experiencia  de la convocatoria sobre aprendizajes significativos en Evaluación Participativa. En este caso, reflexiones sobre aprendizajes emotivos en el monitoreo participativo de la mano de Dagny Skarwan y su trabajo en la ONG – IDEAs. Ella nos cuenta, en primera persona, su valioso aprendizaje.

….

Durante aproximadamente tres años, estuve involucrada en la coordinación del proyecto de ONG-IDEAs con contrapartes alemanas y latinas en Centroamérica, además de ONGs de Colombia y México. Fue una experiencia que me ha marcado.

Es que ha sido para mí un gran aprendizaje el orientar a ONGs y equipos facilitadores de procesos de Evaluación Participativa y asesorar sobre el uso de herramientas para desarrollar una cultura de evaluación con sus grupos meta.  Esto también ha implicado un crecimiento lleno de emociones y recuerdos intensos.

Más allá de los propósitos formales del monitoreo -tales como crear transparencia y la rendición de cuentas-, en el enfoque de monitoreo participativo que desarrollamos en la ONG – IDEAs nos propusimos generar procesos de empoderamiento y aprendizaje de todos los involucrados, centrándonos en las perspectivas, la autovaloración y el compromiso de grupos meta.

El enfoque de ONG-IDEAs maneja varias herramientas que tienen el poder de generar información, permitir el análisis, los que funcionan de manera colaborativa entre quienes facilitan y quienes están motivados/as y dispuestos/as a cambiar sus horizontes, comportamientos, actitudes y prácticas.  Tener claridad al hablar sobre qué quiero cambiar, cuáles son mis objetivos, por qué participo en un grupo o presento una iniciativa de proyecto, son aspectos claves.

Por tal razón, el monitoreo participativo impulsa a la eficacia propia de las personas y grupos, ya que las herramientas permiten acordar y luego medir el alcance de objetivos, ya sea de manera individual o colectiva en un grupo.

En el proyecto de ONG-IDEAs hemos capacitado a facilitadores/as -dos por organización- para que aprendan sobre el uso de herramientas y acerca del poder del enfoque y también para que puedan decidir si es aplicable y ajustable para sus temas, contextos grupos y proyectos específicos.

Muchas veces con nuestro coordinador alemán hemos discutido sobre el papel del facilitador o facilitadora, ya que existían en las ONGs diferentes modos de entender qué significa el reto de “facilitar”.

Frecuentemente observamos que éste es entendido como el “dar charlas” e “ir a enseñar”; mientras que, pocas veces vinculan a la facilitación a un “escuchar en vez de hablar”. La capacidad de “escucha” en relación con un grupo, implica favorecer la concientización, el intercambio, el diálogo, el aprendizaje y la toma de decisiones. Es ceder poder en favor de que ese grupo y sus integrantes logren sentirse protagonistas.

En el enfoque de ONG-IDEAs se hace mucho énfasis en que la facilitación tiene una importancia decisiva para generar las condiciones adecuadas para la participación. Estos facilitadores/as “empoderados/as” a su vez, en algunas ONGs, comenzaron a capacitar a más técnicos/as en su organización.

Como experiencia, recuerdo haber apoyado acerca del concepto y las herramientas del monitoreo participativo a una ONG de salud comunitaria, cuyas facilitadoras estaban capacitadas a introducir a su vez a un grupo de unos 12 técnicos/as de campo. Se trataba de un proyecto de salud materna e infantil en Guatemala; más precisamente, en comunidades indígenas con altos niveles de desnutrición crónica.

“¿Con qué tipo de grupos trabajan ustedes?”, les pregunté y me comentaron que “con las madres lactantes”, otros “con los promotores y promotoras”, “con las autoridades comunitarias”, “las comadronas”, “con hombres padres de familia”, “enfermeras”. Cada técnico/a tenía grupos específicos asignados.

Entonces, tenía que entender más sobre su orientación hacia los actores: “¿Por qué este proyecto trabaja con todas estas personas y grupos con actividades de capacitación?”.

“Pues para que se mejoren los niveles de mortalidad materno-infantil”, me contestó el primer técnico que tenía a su cargo el trabajo con las autoridades locales. “Usted con el grupo de promotores, ¿qué cambios van a lograr con éste?”, le pregunté.

Su respuesta fue que “lo mismo, que baje la mortalidad materno-infantil y que no haya desnutrición”. “Sí, entiendo”, comenté, lo que hizo que quisiera saber más.

“Y usted que trabaja con madres lactantes y un grupo de mujeres guías, ¿cuáles son los objetivos de estos grupos?”. “Es lo mismo, mejorar la mortalidad materno-infantil, la lactancia materna y la desnutrición. Abrimos todo el panorama de trabajo con los distintos grupos en cada una de las comunidades y un equipo muy comprometido con este gran objetivo de bajar la mortalidad materna e infantil durante tres años. Pero aun queremos llegar a otro punto. Entiendo que todos tienen el mismo objetivo superior, en que deberían confluir los esfuerzos de varios actores para mejorar la salud comunitaria, cada uno en su rol debería y podría hacer cambios”, respondió.

Ante esta explicación, volví a preguntar: “Usted que trabaja con las autoridades, ¿qué tienen que cambiar en su gestión como autoridades para lograr desde su rol mejorar la salud materna-infantil? Usted que orienta al grupo de mujeres lactantes, si estas mujeres participan durante buen tiempo en sus sesiones, ¿qué será lo que las motiva a cambiar, tendrán algún objetivo propio?”.

Así, finalmente, cada técnico/a logró pensar: ¿será que ellos y ellas quieren cambiar o modificar algo de sus comportamientos, practicas o habilidades? ¿Será lo mismo para todos/as?

Definitivamente no era lo mismo, pero no era nada fácil que los técnicos identificaran cuáles se suponían que eran los cambios deseados, intencionados en su grupos o actor específico. Por ejemplo, ¿los cambios durante el primer año serían los mismos que los del segundo? ¿Las autoridades comunitarias desearán los mismos cambios que los promotores? ¿Las madres pretenderán lo mismo que los hombres?

Cuando hablamos de una Teoría de Cambio, sabemos que un marco lógico con sus indicadores resulta ser lo que fundamenta en gran parte las estrategias del proyecto y cómo se invierten los recursos. En esta sesión, logramos reflexionar acerca del reto para cada técnico/a -desde su rol y contribución específica- y entender las interrelaciones complejas de un conjunto de actores sociales que contribuyen u obstaculizan los objetivos y el cambio.

En este punto, recuerdo que surgió un aprendizaje nuevo para los técnicos y las técnicas.  Si  ellos/as tenían claro qué actividades realizar, tenían su plan de trabajo, pero ¿sabían cuáles eran los pasos o secuencias de cambio de cada de uno de sus grupos meta como una condición para que otros puedan cambiar en este sistema complejo?

Yo seguía preguntando y orientando: “Bueno, pero si ustedes orientan y capacitan a los grupos, y si ustedes no saben qué cambios podrían asumir en base a este nuevo conocimiento; entonces, ¿ustedes creen que las personas, autoridades, promotores, mujeres lactantes etc. lo van a saber? ¿Cómo y cuándo van a decidir ellos y ellas y comprometerse sobre sus cambios?”.

¡Qué linda reflexión tuvimos luego! Fuimos “desmenuzando” la Teoría de Cambio para ubicar posibles efectos del trabajo con los diferentes grupos, ¿en qué parte “estoy yo” y cómo se vincula con otros?

Saber plantear preguntas generadoras para partir de las experiencias del grupo, despierta reflexión y fomenta la interacción en el mismo. En esta ocasión, me quedó muy claro que el aprendizaje sobre monitoreo participativo no puede ser “abstracto”.

Para poder manejar y facilitar las herramientas de ONG-IDEAs, técnicos/as y el equipo debían comprender cuál es “su posicionamiento” dentro de la estrategia de cambio del proyecto, no centrarse únicamente en sus actividades del proyecto, sino evaluarse en función de los efectos y su contribución. Si hago palpable qué es un proceso de cambio, mi trabajo como técnico/a va a orientarse a que mis aportes al proyecto se aprovechen.

Si las personas no se proponen un cambio es menos probable que éste suceda. Si los mismos actores o grupos en función de sus objetivos establecidos y su propio compromiso logran medir su “autoeficacia”, van a avanzar hacia sus propios objetivos, será entonces cuando el monitoreo participativo logre su propósito.

Hay muchos otros aprendizajes que quisiera compartir, pero quizás más adelante. En ong-ideas.impact-plus.de pueden encontrar distintos documentos que apuestan a un monitoreo participativo para el aprendizaje y empoderamiento.

 

Dra. Dagny Skarwan I Consultora en Desarrollo Sostenible

2 thoughts on “¿TE HAS PREGUNTADO ACERCA DE TU ROL DE FACILITADOR/A EN LOS PROCESOS DE CAMBIO IMPULSADOS POR NUESTRAS INTERVENCIONES?

  1. Ana Jimenez says:

    Gracias por compartir la experiencia! Me resulta muy significativo el prestar atención a tener las buenas preguntas-palanca

Responder a Gladys AcostaCancelar respuesta