por Raquel Luján Soto
La investigación acción participativa (IAP) surge en los años 70 como una alternativa a los métodos tecnocráticos de investigación top-down o de arriba hacia abajo que, hasta el día de hoy, han sido ampliamente aplicados en el campo de las ciencias agrarias.
Sin embargo, estos métodos tecnocráticos no han logrado involucrar a las comunidades campesinas en el manejo sostenible de la tierra, siendo abandonados en muchos casos al acabar dichas investigaciones.
La IAP surge, por un lado, de la necesidad de rescatar los saberes populares locales de las comunidades campesinas y de reconocer el valor de la diversidad de prácticas agrícolas y de manejo de recursos naturales que utilizan para la producción de alimentos, la conservación de la biodiversidad y la generación de paisajes multifuncionales, y que han manteniendo de una forma sostenible los agroecosistemas durante siglos. Y por otro lado, de la necesidad de identificar de forma colaborativa, junto con las comunidades locales, soluciones a medida que consigan resolver sus necesidades y objetivos, y con el fin de que estas soluciones tengan una mayor aceptación y grado de adopción a largo plazo.
El enfoque de la IAP propone modos horizontales de relación entre agricultoras/es e investigadoras/es basados en la idea de que la investigación debe hacerse con las personas a través de un “diálogo de saberes” y el reconocimiento y respeto a las comunidades rurales, sus saberes y su forma de relacionarse con la naturaleza. En esta nota les contaré de ello.