por Tulio Barrios Bulling y Ricardo Cristi López
“Lo que no se evalúa no mejora”. Esta es una idea muy generalizada en el mundo de la evaluación educativa y, muy especialmente, en lo que a evaluación de los aprendizajes se refiere. No obstante, esta sentencia no resuelve los problemas de qué se evalúa, cómo se evalúa y quiénes evalúan.
La evaluación tradicional, de funcionalidad sumativa y de normotipo psicométrica, si bien efectiva en términos de medición, no ha logrado dar una respuesta comprensiva ni personalizada a todas las interrogantes y a cada uno de los factores implicados en los procesos de enseñanza aprendizaje. Es así como van surgiendo nuevas tendencias evaluativas que buscan llenar esos vacíos y dotar a la evaluación del aprendizaje de un carácter formativo y comprensivo. Dentro de ellas, van apareciendo la evaluación para el aprendizaje, la evaluación auténtica y, más recientemente, el marco para la transformación evaluativa.