Una de las características centrales de la evaluación participativa se encuentra en la conformación de equipos de evaluación con protagonismo de actores locales.
Precisamente, este carácter local permite combinar un buen conocimiento de la realidad a evaluar, incorporando la experiencia en el territorio y los conocimientos de materias específicas relacionadas con el objeto de evaluación. El protagonismo local plantea como reto poner en equilibrio la “oportunidad de participar y la capacidad de participar”, permitiendo el desarrollo armónico de las distintas experiencias sociales, políticas y culturales.
Muchas organizaciones de la sociedad civil trabajan con voluntarios(as), que también forman parte de sus equipos de intervención. En el caso de TECHO, se propone movilizar y formar jóvenes voluntarios(as) y referentes comunitarios(as) a través del trabajo en conjunto para la construcción de una sociedad justa y sin pobreza. Para el cumplimiento de este objetivo, se consideran tres acciones clave: (1) promover liderazgos facilitadores para la transformación individual y colectiva basada en valores de solidaridad, convicción, diversidad, optimismo y excelencia; (2) vincular el mayor número de jóvenes voluntarios(a) y referentes comunitarios(as) a través de actividades que promuevan la participación ciudadana activa y comprometida; y (3) desarrollar aprendizajes, investigación y búsqueda de soluciones para la vulneración de derechos humanos que se presenta en los asentamientos populares.
Estas acciones claves nos presentan desafíos de distinta índole. Por ejemplo, las diferencias generacionales, roles de género, el acceso a la educación, la disposición de tiempo, las creencias personales y tradicionales, los estilos de trabajo y formas de liderazgo, etc. Por esta razón, es necesario concentrar los esfuerzos en la diversidad y en cómo a través de ella se pueden construir mejores procesos de trabajo. Para esto, es de suma necesidad la claridad en los objetivos y el paso a paso de cada uno de los procesos involucrados en el trabajo a desarrollar. Porque construimos mejor, si todos jugamos en la misma cancha y nos apropiamos de las reglas del juego. Entonces, lo fundamental es el sentido de apropiación que se tiene con los procesos a ejecutar: ¿nos interesa evaluar? y ¿por qué queremos ser parte de este equipo?Sí, nos interesa evaluar. Porque debemos poner en valor y reconocer nuestras experiencias. Porque necesitamos identificar el rol que cumple cada actor y la disposición de los distintos saberes con los que contamos. También necesitamos conocer más del instinto que se moviliza al servicio de todo el proceso. Por eso, debemos construir un lenguaje común, que nos permita entrar en la acción comunicativa desde los saberes locales, el respeto y la búsqueda de una meta colectiva. Este lenguaje nos permitirá crear estrategias metodológicas, creativas y ajustadas al contexto local, para comprender de mejor manera el objeto de estudio y así conseguir que los resultados sean soluciones prácticas para las comunidades.
Pero, el interés aislado de evaluar no es suficiente. Las personas involucradas deben querer ser parte de este equipo. Por este motivo, es clave trabajar con personas vinculadas al territorio con sentido de pertenencia y apego al contexto local. Para garantizar que el compromiso se trabaja desde las fortalezas y necesidades directas de cada uno de los y las participantes. Con eso, buscamos que el desarrollo de la evaluación sea un proceso de crecimiento comunitario significativo, donde se promueva el despliegue de la transformación social. Ser parte de un equipo de evaluación participativa, es ser parte de un equipo de transformación social.
La intervención social debe ser de carácter participativo. Ahí, la educación popular, la investigación-acción-participativa y la evaluación participativa nos llamen a repensar los saberes que cada uno tiene y cómo los ponemos al servicio de una misma causa. Por esto, nuestra cancha de juego debe ser flexible y con un equipo de múltiples matices.
Estimular el intercambio de ideas desde una perspectiva de la diversidad permite trascender en las fronteras, construir procesos sociales más inclusivos, democráticos y sostenibles, así como evidenciar las particularidades de los nuevos escenarios de participación en contextos donde está limitada o es inexistente, considerando al voluntariado como eje central que abre caminos y desafía los obstáculos existentes.
María Jesús Silva Rozas | Coordinadora Equipo Evaluación Participativa en TECHO