Alinear las agendas para promover la participación en las políticas públicas

      por Susana Menéndez-Roldán, María Dolores Torralbo-Obrero y Salustiano Luque-Lozano

La sección recursos de EvalParticipativa cuenta desde hace unos meses con la “Guía práctica para la planificación y evaluación participativas de las políticas públicas. La participación transversal”, que presentamos en esta nota quienes hemos sido sus redactores.

La participación ciudadana es la mejor vía para la inclusión social. No en vano, es una de las metas incluidas por la ONU en la Agenda de Desarrollo Sostenible (ODS). Concretamente, se propone promover sociedades pacíficas e inclusivas para el desarrollo sostenible, facilitar el acceso a la justicia para todas las personas y construir a todos los niveles instituciones eficaces e inclusivas que rindan cuentas, sin olvidar el objetivo de igualdad de género, pues una de sus metas es asegurar la participación plena y efectiva de las mujeres y la igualdad de oportunidades de liderazgo a todos los niveles decisorios en la vida política, económica y pública.

Sin embargo, la participación de mujeres y hombres en las políticas públicas no puede ser ejercida de manera plena si no existen los mecanismos adecuados para ello. Cierto es que cualquier persona puede ser parte de movimientos asociativos e iniciativas participativas populares, pero cuando hablamos de políticas públicas, la ciudadanía solo puede tomar parte si se le da la oportunidad, y se le ofrecen modelos de gobernanza y procedimientos participativos adecuados.

Al desarrollar sus planes y evaluaciones, las Administraciones Públicas suelen ser las encargadas de aplicar el modelo participativo en sus políticas, determinando el grado de información suministrada, consulta o capacidad de decisión de las personas implicadas o de la ciudadanía en general. Sin embargo, se encuentran con la dificultad de aplicar dicho modelo por distintas causas: cortoplacismo, desconocimiento, temor, actitud paternalista, etc.

A su vez, para participar, las personas deben sentir que su opinión importa y conocer cómo hacerlo a través de mecanismos y herramientas adaptados a los diferentes colectivos. Solo al participar plenamente, la ciudadanía conoce la trastienda de la política y se logran actuaciones más justas, democráticas y sostenibles en el tiempo, puesto que cuando se forma parte de algo se siente más propio y se cuida, aprendiendo del proceso.

Algunas instituciones se enfrentan a los desafíos anteriores, como el Instituto Andaluz de Administración Pública (IAAP), organismo dependiente del gobierno regional de Andalucía (España), que lleva más de cinco años trabajando en la construcción de metodologías y herramientas prácticas para la evaluación de las políticas desarrolladas por las Administraciones Públicas, la formación del personal que trabaja en ellas y el asesoramiento para aplicarlas en proyectos concretos. Ante el reto de llevar a la práctica un modelo de gobernanza realista, donde la participación se integre en la planificación y evaluación de políticas públicas, a principios del año 2021 publicó la guía que aquí reseñamos, cuya principal innovación consiste en aplicar la participación codecisoria de manera transversal en las políticas de las administraciones a cualquier nivel (estatal, regional o local) y no solo en contextos locales, como viene siendo lo más habitual, quizá por la dificultad que entraña formar equipos y contar con poblaciones extensas para tomar decisiones conjuntas.

Esta guía se ha basado en una amplia bibliografía teórica y práctica, bebiendo de distintas fuentes metodológicas, incluidos los trabajos previos del propio IAAP. Está dirigida a las distintas unidades y profesionales de cualquier administración con el objetivo de proporcionar metodologías y técnicas flexibles para transversalizar la participación, con perspectiva de igualdad de género y de principio a fin, en los planes y evaluaciones de las políticas públicas.

Transversalizar es planificar la participación de mujeres y hombres al mismo tiempo que la política, y flexibilizar la elección de modelos y métodos participativos en función de distintas variables, como pueden ser los costes económicos, temporales y sociales, los objetivos de la política, la población destinataria y sus necesidades, los sectores o ámbitos de aplicación, así como los recursos humanos y técnicos asociados a la planificación de una política pública. En todo caso, se apuesta por una coherencia metodológica que pondera las ventajas de la participación, abarcando más allá de los procesos meramente consultivos, procurando aplicarla de manera transversal y con perspectiva de igualdad de género en cualquier fase del ciclo de una política pública.

La guía está estructurada en tres partes:

Primera sección. Presenta el marco normativo general que fundamenta el derecho de la ciudadanía a la participación en las políticas públicas, la participación como pilar para el fortalecimiento de la democracia y el empoderamiento de las personas, así como las ventajas que ofrece la participación para mejorar la planificación, ejecución y evaluación de las políticas.

Segunda sección. Explica los conceptos metodológicos, modelos participativos, propuestas para transversalizar la participación a lo largo del ciclo de las políticas pública, trabajando de manera flexible, adaptada y proporcional al objetivo, grado de interactividad, la diversidad de agentes y personas, circunstancias, contexto, recursos y fase del ciclo de la política. Esta sección se divide en dos subapartados de métodos, unos para la planificación participativa y otros para la evaluación participativa.

Tercera sección. Comprende un amplio repertorio de técnicas participativas y consejos útiles para su elección, preparación, desarrollo, adaptación al público destinatario y ejecución. Cada técnica se ha considerado para distintas fases y finalidades, proponiendo variaciones y enlaces a ejemplos. Entre ellas se destacan los mapeos de agentes involucrados con interseccionalidad de género, elección de muestras poblacionales y técnicas para la toma de decisiones, las que suponen una innovación en el contexto de administraciones supralocales y serán de gran ayuda en cada fase para incorporar la participación. Asimismo, se incluye un listado para la autoevaluación y revisión de la participación en las distintas fases del ciclo de una política pública.

La guía pretende ser una herramienta para que la participación se ponga al servicio de las personas y no solo de las instituciones, promoviendo un cambio de actitudes en responsables políticos y personal técnico de las Administraciones Públicas, a través del conocimiento de los diferentes modelos participativos y la posibilidad de desarrollarlos más allá del mero enfoque normativo o político de gobernanza, alcanzando una dimensión de verdadero impacto social, alineada con los objetivos de desarrollo sostenible de la agenda internacional.


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