Evaluación y Participación en la acción humanitaria: contribuciones para el debate desde Latinoamérica

por Alcides Gussi, Marcia Braz y Regislany Morais

El debate contemporáneo sobre evaluación y participación en la acción humanitaria se presenta emergente sobre todo en el contexto de América Latina. La región reúne contextos humanitarios múltiples y diferentes en tipos de crisis y respuestas humanitarias.

También reúne varios centros de estudios e investigadores que discuten la participación, siendo cuna de las mayores influencias teóricas sobre este tema. Junto a ello, se han estructurado redes profesionales de evaluadores que trabajan con las más diversas perspectivas de evaluación, contribuyendo significativamente en  la construcción y toma de posición en el campo de la evaluación.

Todo este contexto permite que, desde Latinoamérica, se fortalezca un rico intercambio de conocimientos y experiencias sobre la Acción Humanitaria, Evaluación y  Participación. En este artículo, haremos una breve introducción sobre estos conceptos e invitaremos a los interesados a sumarse al trabajo que, desde Brasil, ha sido desarrollado por el grupo de Estudios de Evaluación en Acción Humanitaria.

Empezamos con el concepto de Acción Humanitaria. Una de las definiciones más aceptadas actualmente es la presentada por Abrisketa y Armiño (2002), disponible en el Diccionario de Acción Humanitaria y Cooperación al Desarrollo. Sin embargo, no existe una definición absoluta que sea única para toda la comunidad humanitaria y esto se debe a la complejidad que rodea este campo, sus actividades, actores y a los objetivos que abarca. Lo que existe es un objetivo común “salvar vidas y aliviar el sufrimiento” (Piñeda y Rodríguez, 2012.p.14).

La complejidad que involucra la definición de la acción humanitaria se extiende a la práctica de su Evaluación. La  evaluación de la Acción Humanitaria necesita considerar toda su especificidad, así como también los objetivos muchas veces genéricos de una respuesta, la urgencia de actuación, la inseguridad y falta de acceso, los contextos polarizados, la población con trauma y otros aspectos singulares característicos del campo.

En la Guía para la evaluación de la acción humanitaria (ALNAP, 2016) la evaluación es definida como un “examen sistemático y objetivo de una intervención humanitaria para determinar el valor o la significación de una actividad, política o programa, con la intención de extraer enseñanzas que permitan mejorar las políticas, prácticas y reforzar la rendición de cuentas (ALNAP, 2016, p. 27).” Este concepto lleva consigo la influencia de la definición de evaluación y los criterios difundidos por el Comité de Ayuda al Desarrollo (CAD) de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE).

Sin embargo, las lecciones aprendidas de la experiencia, como las de la evaluación de la ayuda humanitaria prestada en Ruanda en la década de los 90, hacen que el sistema humanitario tenga en cuenta sus especificidades e incorpore otros criterios de evaluación que respondan a sus necesidades, como los criterios de pertinencia, eficiencia, conectividad, coherencia, eficacia, impacto, cobertura y coordinación.

Con relación a los objetivos, las evaluaciones de las acciones humanitarias están direccionada a cumplir dos objetivos centrales: el aprendizaje y la rendición de cuentas. El aprendizaje se define como un proceso en el que la experiencia y la reflexión sobre una respuesta humanitaria generan cambios en las acciones, mejorías y aprendizajes que se incorporan a futuras respuestas. A su vez, la rendición de cuentas es el medio por el cual “el poder se ejerce con responsabilidad” (ALNAP, 2016), la organización debe rendir cuentas a las instituciones externas (donantes y otros), a la dirección de la organización y a la población que se beneficia de sus acciones.

La rendición de cuentas es un elemento clave para el debate sobre Evaluación y Participación en la Acción Humanitaria, ya sea por la necesidad de justificar la eficacia y la eficiencia en el uso de los recursos y la definición de las operaciones ante los donantes, como por el compromiso de presentar los resultados de las acciones a todas las partes interesadas, en particular, a las personas afectadas por las crisis humanitarias.

Sin embargo, se ha desarrollado un creciente discurso sobre la importancia de la participación de las personas afectadas en las decisiones que afecten sus vidas, la que puede ser acompañada a partir del surgimiento de iniciativas para mejora de la calidad y de la responsabilidad de las acciones humanitarias que han aparecido desde los años noventa, tal cual las presenta la Norma Humanitaria Esencial en materia de calidad y prestación de cuentas y en los Compromisos sobre la rendición de cuentas a las personas afectadas de la Inter-Agency Standing Committee (IASC). En este escenario emerge muy fuerte la participación en los discursos y en los estándares del sector humanitario.

Brown y Donini (2014) señalan algunas nociones de participación presentes en documentos importante para la Acción Humanitaria, como:

En un estudio realizado por Morais (2020) se identificó que la participación en la acción humanitaria es un concepto amplio, que no tiene una definición única y su comprensión se da a partir de una tipología definida por grados que va desde una participación pasiva hasta una participación emancipadora, que emerge de iniciativas locales. La participación es una meta que las organizaciones humanitarias buscan alcanzar y que viene siendo convertida en compromisos y estándares internacionales que orientan a las organizaciones humanitarias a lograr mejores resultados.

Teniendo en cuenta los tres conceptos brevemente expuestos, es importante fomentar un debate sobre la práctica evaluativa que establezca un diálogo entre los objetivos de la acción humanitaria, el respeto a los derechos humanos, la participación y  el compromiso de implicar a la población afectada en las decisiones que afectan a su vida. Es necesario ampliar el alcance de la evaluación más allá de un enfoque tradicional en los resultados y el impacto, teniendo en cuenta los desafíos de la realización de evaluaciones en la multiplicidad y la complejidad de los contextos humanitarios.

También es necesario tener en cuenta las capacidades y habilidades de los evaluadores que actúan en estos contextos, asegurando que, además del conocimiento de las teorías y metodologías de evaluación y participación, establezcan el diálogo con las poblaciones afectadas por las crisis humanitarias así como un conocimiento previo del contexto, de los problemas a los que se enfrentan y de las dinámicas de relación que existen.

La práctica de la evaluación en la acción humanitaria tiene sus propias particularidades debido a la naturaleza del campo, que requiere que el profesional tenga conocimientos y habilidades que van más allá de las calificaciones técnicas. Las evaluaciones de la acción humanitaria exigen un conocimiento amplio y profundo de los conceptos y principios que rigen la acción humanitaria, de las directrices y reglamentos que guían el trabajo en este ámbito y, sobre todo, la capacidad de tratar las cuestiones complejas y multifactoriales que se plantean en el contexto de las catástrofes y de los conflictos armados. El sistema humanitario es un potente campo de especialización para los profesionales de la evaluación en todo el mundo.

Para contribuir a la formación de evaluadores y a la discusión sobre evaluaciones de acciones humanitarias y participación en América Latina fue creado en el año  2021 el Grupo de Estudio de Evaluación de Acciones Humanitarias, una iniciativa del Núcleo Multidisciplinario de Evaluación de Políticas Públicas – NUMAPP, de la Universidad Federal de Ceará (UFC), en alianza con el proyecto de extensión Cultura de Evaluación, de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ). El trabajo del Grupo se estructura en torno a un ciclo de actividades en tres temas centrales – Participación, Evaluación y Acción Humanitaria- y tiene como punto de partida la construcción de conocimientos y prácticas emergentes sobre Evaluación y Participación en Latinoamérica.

En su primer año fue desarrollado el ciclo formativo Participación y Evaluación en la Acción Humanitaria que tuvo como objetivo fomentar el debate sobre la participación de las personas y comunidades afectadas por crisis humanitarias en las prácticas evaluativas a través de 10 sesiones temáticas dialogadas y talleres, liderados por los coordinadores y expertos nacionales e internacionales invitados. Este ciclo buscó estimular el diálogo entre normas y documentos sobre la evaluación de acciones humanitarias y compartir experiencias de profesionales y evaluadores que actúan en contextos humanitarios.  El grupo extenderá su actuación a partir de la creación del Observatorio de Prácticas Evaluativas Participativas en contextos humanitarios en Latinoamérica que empezará sus actividades en 2022.



Deja un comentario