¿Pueden los enfoques digitales de seguimiento, evaluación, investigación y aprendizaje apoyar la participación?

por Linda Raftree

En la década de 2010, el mundo estaba alborotado sobre el potencial de las herramientas digitales para revolucionar y democratizar casi todo: SMS para los circuitos de retroalimentación comunitarios, teléfonos móviles para el periodismo ciudadano, datos abiertos para mejorar la transparencia y la responsabilidad, plataformas de redes sociales para que las personas se hicieran escuchar sin necesidad de ser parte de la élite, y redes sociales para que los movimientos sociales pudieran organizarse de manera resiliente a muy bajo costo.

Una década después, han sucedido cambios enormes que han beneficiado la participación. Sin embargo, como suele suceder, estos espacios también han sido apropiados y aprovechados por quienes buscan mantener su estatus y poder.

En el campo del Monitoreo, Evaluación, Investigación y Aprendizaje (MERL, por sus siglas en Inglés), el papel de las tecnologías y enfoques digitales (“MERL Tech”) resultó claro desde el principio, impulsado por un sencillo teléfono móvil. El sueño era que las personas que antes no tenían la posibilidad de ser contactadas y alcanzadas, finalmente pudieran ser parte de las conversaciones y pudieran participar más fácil y directamente en los diálogos de desarrollo, en las consultas y toma de decisiones, y en la retroalimentación respecto de aquello que funcionaba y aquello que no funcionaba. A nivel de las organizaciones, la recopilación, el almacenamiento, el análisis y el uso de datos digitales mostraron un gran potencial para mejorar la eficiencia y la rendición de cuentas. A mediados de la década de 2010, los evaluadores habían comenzado a soñar con el potencial de los big data para permitir la predicción de comportamientos basados en los patrones presentes en los datos. La idea era que esto podría permitir tanto una financiación y una programación más eficientes y efectivas, porque sería posible saber a partir de los datos qué intervenciones funcionarían y para quién y, por lo tanto, podríamos invertir en aquellas áreas donde habría un mayor impacto.

Al mismo tiempo, el mundo comenzó a darse cuenta de las múltiples formas en que las grandes empresas tecnológicas extraían los datos de las personas, quienes se volvieron más conscientes de los peligros vinculados con sus datos personales y confidenciales: estos podrían usarse fácilmente para vigilar, manipular y hacer daño.

Y, por supuesto, llegó el COVID-19 en 2020, lo que obligó a un cambio rápido al uso de herramientas y enfoques digitales dado que la programación remota y el MERL virtual eran las únicas opciones en contextos donde la posibilidad de propagar el virus era un gran riesgo y el aislamiento social y  las cuarentenas eran restrictivas. En ese contexto, la cantidad de datos personales y confidenciales que se recopilaban era aún mayor, y nuestra dependencia de las herramientas y plataformas digitales se hacía aún mayor.

Recientemente, algunos evaluadores han estado cuestionando las formas en que los enfoques digitales están cambiando el campo del MERL. A medida que los métodos remotos se convirtieron en la norma, también se volvieron más comunes las discusiones sobre lo que se gana y lo que se pierde con los enfoques que son solo digitales y que dependen fuertemente de lo digital. Se plantearon cuestiones como la exclusión, las dificultades para generar confianza y relaciones con las comunidades, la pérdida de conciencia contextual y las preocupaciones sobre la privacidad y la protección. Estas preocupaciones han dado lugar a preguntas sobre la calidad de los datos en determinados casos: si tenemos poca confianza, poca comprensión del contexto y poca seguridad de que las personas estén seguras cuando interactuamos con ellas de forma remota, ¿cómo afecta esto a la calidad de los datos que recopilamos?

Al mismo tiempo, los debates sobre la “localización” y la “descolonización” se han convertido en el centro de atención de los espacios de desarrollo, humanitarios y de evaluación. Las realidades del COVID hicieron presente estas discusiones de manera tanto filosófica como práctica. Las agencias de desarrollo internacional y las consultoras de evaluación ubicadas fuera de los “países del programa” (donde se implementaban los programas) se dieron cuenta de repente de cuán dependientes eran de las organizaciones locales y del personal local. Esto sin mencionar que la brecha percibida en el “desarrollo” se cerró un poco, ya que COVID afectó a todos los países del mundo, y muchos de los llamados países “desarrollados” lo manejaron muy pobremente.

En este contexto de la pandemia de COVID, Data Innovators y MERL Tech realizaron una revisión panorámica en contextos africanos de los enfoques y soluciones MERL basados en tecnología. El estudio fue apoyado por la Fundación Mastercard, la que tiene su foco principal en el continente africano, los jóvenes, las formas indígenas de conocimiento y los enfoques de impacto centrados en el futuro. En nuestro estudio panorámico, observamos qué tipos de herramientas y enfoques MERL digitales están siendo utilizados por organizaciones lideradas y con sede en África y con qué propósitos, si estaban permitiendo procesos centrados en la comunidad y liderados por jóvenes, y cómo se estaban considerando aspectos como la protección de datos. Hablamos con una amplia gama de evaluadores africanos, ONGs, empresas de tecnología y otros para comprender mejor los beneficios, los riesgos, las barreras y los desafíos que experimentaron al desarrollar y diseñar soluciones y perspectivas responsables de tecnologías y enfoques digitales (MERL Tech). Identificamos casi 200 entidades que de alguna manera se estaban enfocando en “MERL Tech” en el contexto africano. Comprender más sobre el panorama y lo que promueve y obstaculiza las herramientas y los enfoques de MERL habilitados por tecnología local proporcionará información sobre dónde las inversiones, el apoyo y las mejoras de capacidad podrían ser útiles para las organizaciones y los desarrolladores de tecnología en el continente.

Mientras que las tecnologías y enfoques digitales, esto es, MERL Tech, se ha vuelto común en todo el mundo, gran parte del enfoque ha sido en contextos de habla inglesa. Tengo curiosidad por saber cómo las comunidades y asociaciones de evaluación en las Américas enmarcan y abordan los desafíos y preocupaciones anteriores.

  • ¿Las herramientas y enfoques MERL digitales apoyan una mejor participación o contribuyen a la exclusión?
  • ¿Hay preguntas similares sobre la calidad de los datos, la confianza y la pérdida de conciencia contextual?
  • ¿Cuáles son las principales barreras y desafíos en el contexto latinoamericano?

Espero aprender más de la comunidad EvalParticipativa sobre qué tipos de tecnología MERL se están utilizando; qué tan bien están trabajando, para quién y para qué; y compartir el aprendizaje a través de diversos contextos y experiencias.


Deja un comentario