La última jornada del Primer Encuentro de Experiencias de Evaluación Participativa de América Latina y el Caribe inició con una invitación a reflexionar sobre las diversas técnicas, herramientas e instrumentos usados en EP.
En una ronda, los participantes debían seleccionar herramientas con las que se sintiesen cómod@s y clasificarlas en distintas categorías: audiovisuales, narrativas, gráficas y escritas, grupales y vivenciales. Luego, entre tod@s intercambiaron sus perspectivas y experiencias con éstas.
En las herramientas narrativas se incluyeron a la sistematización, testimonios, diario, el cambio más significativo, historias desde el futuro, estudios de buenas prácticas, análisis de modos de vida. En función a las herramientas gráficas y escritas, distinguieron a los dibujos colectivos, transectas y mapas, piedras y peces, mapas mentales -de redes, de recursos y de actores-, calendarios, diagramas y matrices
En cuanto a técnicas grupales y vivenciales, l@s participantes propusieron a los juegos de simulación, mapas, sociometrías, grupo focal, mapeos colectivos, reuniones y asambleas comunitarias, línea del tiempo, talleres multifactoriales.
Finalmente, en las herramientas audiovisuales, se centraron en técnicas que incluyen videos y foto lenguaje.
Luego, con la pauta de realizar una escucha activa se invitó a una conversación de café, en la que sobrevoló la pregunta ¿Cuál es el principal desafío que encontramos para que las herramientas e instrumentos en la EP desplieguen toda su potencialidad?
Cuatro grupos se movieron con aleatoriedad en dos rondas y se permitieron conversar sobre los distintos desafíos que genera el uso/creación de herramientas en la EP. En una charla tranquila y con una profundidad admirable, tod@s l@s participantes pusieron sobre la mesa sus pareceres respecto al uso de las herramientas.
En cada mesa, con cuatro integrantes, se usó un objeto parlante con el que se le daba la palabra a cada un@, para que luego de dos rondas de profundización, se diese pie a una conversación abierta, cuyos puntos principales del intercambio fueron en un papelógrafo. Salvo uno de los integrantes del grupo -que cumplía la función de anfitrión-, tod@s debían mudarse a otro grupo. En éste ya había sido designado un@ facilitador@ que introducía lo conversado previamente por el equipo de origen. En este punto, cada integrante debía seleccionar dos desafíos más significativos -discutidos por el grupo precedente- y buscar las similitudes y diferencias con el equipo del que formaban parte inicialmente. De este modo, mediante una construcción colectiva, luego de realizado el intercambio, el anfitrión les pedía a l@s participantes que pensaran sobre cómo ell@s podían intervenir ante ese desafío.
Fue así como los retos del uso de diversas herramientas revolotearon la mente de tod@s y se transformaron en el escenario propicio para que se diese inicio a la ¡Feria de Herramientas Participativas!
Las participantes de Techo presentaron herramientas distintas: “La línea del tiempo”, “La carrera” y “Definiendo la Mesa de trabajo”, “¿Qué evaluamos?”. Cada una, que valiéndose de tableros y tarjetas, buscaba enfocarse en el conocimiento de la comunidad.“¿Qué hemos hecho y hacia dónde vamos?” fue una herramienta vinculada al análisis de la información, enfocada el ¿qué es? y al ¿cómo se hace? a través de juegos de roles.
También se presentaron distintas herramientas metodológicas que apuntaron a facilitar la sistematización de los hallazgos de evaluación, recrear la Teoría de la Intervención mediante figuras y, también, se compartió una especie de ayuda trampa llamada “Sí, no, depende”, para ser usada ante entrevistas difíciles o más bien conocidas como monosilábicas.
Como no podía ser de otra forma, en esta feria también se tiraron las cartas del Tarot, como una forma distinta de hacer Focus Group.
Aunque suene extraño, la feria fue recorrida por un semáforo itinerante, ideado especialmente como una herramienta que mide los logros o avances de metas.
¡Atención! A este espacio no sólo se lo pensó en función a l@s evaluador@s y facilitador@s, en este ideal de escuchar a tod@s, también se crearon herramientas para trabajar con aquell@s cuyas voces suelen ser olvidadas: las de l@s niñ@s. Esto se logró con la creación de herramientas que permitieron un trabajo tripartito entre distintos agentes de la comunidad educativa: alumn@s, padres y docentes/directivos.
Y, en esta línea, se presentó un Juego para pensar: mitos y creencias sobre el cáncer, en el que se invitó a tirar el tablero. Esta herramienta puso en jaque los boca en boca, que llevan a la mal información en temas sensibles, por lo que el eje que atraviesa a este instrumento es el aprender jugando, cuestionando y derribando supuestos.Finalmente, el día culminó con un plenario en el que se pusieron en común las distintas apreciaciones de l@s participantes ante los desafíos del uso, diseño y validación de las herramientas de la EP. Como era de esperar en un encuentro participativo, sus consideraciones finales también se hicieron de manera colectiva.
Tod@s coincidieron en que uno de los desafíos claves era el dotarles operatividad a las herramientas con su correlativa escalabilidad -relacionado con el cómo se amplían esos espacios participativos- y ver a esa participación como un factor resaltable para la institucionalización de las herramientas.A su vez, explicitaron la importancia de generar marcos estructurales que permitiesen que se llevara a otro nivel la práctica la evaluación. Esto, a través del para qué constante a modo de brújula que señala hacia dónde vamos y, en simultáneo, como un ancla que permita recordar de dónde venimos. De este modo, se da una situación que en otros momentos pudo ser considerada como utópica: darle voz a tod@s l@s actores involucrados en los procesos participativos para favorecer el capital social.En este sentido, l@s distint@s participantes observaron la necesidad de la existencia de una adecuación de las herramientas evaluativas, pero no sin antes someterlas a prueba, poniendo el foco en que éstas siempre deben estar traducidas a un lenguaje más horizontal y comprensible para todos los actores involucrados. Ante esto, se puso sobre el tapete la posibilidad de crear herramientas que evalúen a las mismas herramientas. El lograr que se consolide esta metaevaluación sería un camino para generar las evidencias que los decisores necesitan como argumentos para incorporar a la EP como enfoque.
Un aspecto esencial es el de comprender a estos desafíos y soluciones desde la fase de planificación, de modo que el tratar de instalar esas herramientas en la agenda podría facilitar el trabajo de evaluación de antemano. Ante esto, es preciso que se tenga en cuenta los procesos transformativos que generan las herramientas, tanto en los contextos usados como en el mismo proceso evaluativo.
Este punto es uno de los esenciales, ya que también se puso en jaque el desafío de contribuir a la institucionalización de la EP con el uso de estas herramientas y dotarla de ese valor distintivo -característico- respecto a otras metodologías, ya que este factor instrumental también es una forma de permear a la misma evaluación.
Con la concepción -y el ideal- de ver a la participación como un derecho humano, se dialogó sobre la posibilidad de que la EP fuera puesta en consideración por el Estado a través de las políticas públicas. Fundamentalmente, porque los instrumentos nunca son ingenuos y siempre transforman. De hecho, la misma evaluación es una intervención en sí misma, modifica la formulación de un programa, del accionar, de la propia práctica y nunca es inocua.
Por esto, también es preciso romper los paradigmas propios de la evaluación tradicional y lograr que la innovación no esté relacionada a la falta de rigurosidad. Además, el crecer en legitimidad y rigurosidad es un paso imprescindible para la escalabilidad e institucionalidad de la EP.
En lo que tod@s coincidieron es que cuando un@ hace una evaluación tradicional, se piensa en cómo y qué llevarse de las experiencias; mientras que cuando se realiza EP, se piensa en todo lo que se deja y cómo contribuyó su accionar para el cambio.Así terminó nuestro Primer Encuentro de Experiencias de Evaluación Participativa desarrolladas en la región de América Latina y el Caribe. Cinco días de intenso trabajo en los que no sólo se intercambió información, se pusieron en acción diversas dinámicas e intercambiaron experiencias y pareceres; sino que se dio algo mucho más trascendental: se empezaron a tejer redes. Y como en todo camino, el primer paso siempre es el más difícil de dar. Lo bueno es que, de ahora en más, somos varios los que estaremos dando primeros pasos desde nuestras latitudes, y cada uno de esos pasos nos irá acercando cada vez más y más en este sentir participativo en el que tenemos algo en claro: nadie se queda atrás.Mientras los dejamos con una nueva galería de fotos del encuentro, les decimos con afecto: hasta la próxima!