El arte de ser un/a facilitador/a

La Prueba del ocho -prenda en la que se debe dibujar con el cuerpo el número 8- a modo de castigo divertido por la llegada tarde de algun@s de l@s participantes, fue el puntapié inicial para dar comienzo al día que deparaba uno de los módulos más esperados por l@s participantes: “¿A qué nos referimos cuando hablamos de facilitación y facilitadores?”.

En una especie de multiple choice viviente, l@s participantes decidían entre opciones verdaderas y falsas con relación a las matrices de evaluación, preguntas, teoría de la intervención, fuentes y herramientas.

Jorge Chávez – Tafur dio el módulo de facilitadorxs en el que invitó a hacer una introspección -y retrospección- sobre la práctica propia. Con sus relatos, invitó a hacer un recorrido global por las distintas acepciones de facilitación, que iban desde yanapai -que en quechua significa ayuda- a Voorlichtingskunde -que en holandés hace alusión a la ciencia de “cómo iluminar el camino”-. Con nombres diversos, que lejos estaban de tener puntos en común, hizo hincapié en que no era importante ponernos de acuerdo en las denominaciones, sino que lo relevante radicaba en todo lo que ésta abarca: sus contenidos, efectos e impactos.

Con un ejercicio de crowd-sourcing, l@s participantes hicieron una construcción colectiva de lo que implica ser facilitador@, que en pocas palabras se podría decir que involucra alcanzar los resultados, motivar impactos, lograr productos -en términos de cambios e informes- y otras tantas diversas actividades -guiar un proceso, realizar trabajo en territorio, motivar, incluir todas las voces, reflexionar, crear espacios de aprendizajes, etcétera-. En lo que tod@s coincidieron es que ser facilitador@ es mucho más que dar talleres, ya que deben adoptar la responsabilidad de que la EP sea realmente participativa y que efectivamente sea una evaluación.

Luego, mediante el planteo de una situación imaginaria, tod@s presenciaron una dramatización en la que se observaba una situación típica de entrevista de selección de personal. A través de ésta pudieron ver a través de otros ojos lo que se suele solicitar con relación a la expertise, las habilidades, el trato en -y de- equipos y los recursos disponibles. Con esta dinámica se puso sobre la mesa al facilitador@ real versus al facilitador@ ideal.

Esta actividad fue la base sobre la que se asentó la siguiente dinámica, que consistió en la formación de cuatro grupos en los que se discutió sobre la facilitación y el rol del facilitador@ en los distintos momentos del proceso: formación de equipos, obtención de información, diseño -y uso- de herramientas y logística en general.

Con relación a la formación de equipos, se habló de la necesidad de que éstos tengan claridad comunicativa, basada en conocer la realidad grupal -y el tener muñeca en la resolución de conflictos-. A su vez, debe asegurar la diversidad grupal con el establecimiento de compromisos y, con esto, lograr empoderar a cada un@ de l@s participantes.

Para esto es preciso el manejo -y obtención- constante de información diversa que va desde aquella que permite identificar actores y caracterizarlos -no sólo en referencia a los grupos, sino a personas con las que se trabajará hombro a hombro- hasta establecer estrategias de divulgación a diferentes actores, públicos y audiencias.

Respecto a esto, el diálogo sobre las herramientas estuvo circunscripto a cuatro preguntas: ¿Para qué voy a aplicar estas herramientas? ¿Con quién voy a aplicarlas? ¿Qué recursos se usarán? ¿Cómo funcionan?

En definitiva, estas preguntas pueden ser planteadas en todo tipo de evaluación, pero la particularidad de la EP es que ésta le añade el ingrediente de evolución, empoderamiento y apropiación de las herramientas. Otro aspecto trascendente es que no debe observarse a éstas como fuentes extractivas de información, sino como potenciales instrumentos que acompañarán durante todo el proceso: desde la planificación misma hasta su uso.

En cuanto a la logística, se mencionó a la flexibilidad como eje transversal y principal en este aspecto. Esto tiene relación con estar al servicio de las personas, tanto en espacios físicos como temporales, lo que conlleva un monitoreo de agenda y el desarrollo de factores esenciales para la convivencia.

En la segunda parte del día se discutió sobre el rol del facilitadx@r en relación con cinco pilares -y los problemas generados en torno a éstos-: matrices/plan, la recogida de información, la síntesis/diseminación, el uso/adopción e institucionalización.

Respecto a las matrices, es importante que el/la facilitador/a pueda:

  • Definir qué evaluar, cuya dificultad radica en lograr involucrar a tod@s l@s actores y alcanzar el consenso teniendo en cuenta posibles conflictos de intereses.
  • Definir criterios, etapa en la que el pormenor está dado en que l@s participantes comprendan qué significa cada uno de éstos.
  • Definir preguntas; en este punto, la dificultad se da en incentivar a que l@s participantes comprendan los criterios y que tod@s queden conformes.
  • Definir indicadores cuali y cuanti: la dificultad está dada en que tradicionalmente el medir se entiende como un indicador cuantitativo. Esto a la vez se vuelve más complejo debido a que ésta es una definición técnica, por lo que se vuelve difícil explicitar -y explicar- el proceso a tod@s l@s participantes.

Con relación a la recogida de información es necesario que el/la facilitador/a pueda:

  • Identificar los datos necesarios, aunque a veces éstos y/o las fuentes pueden no estar disponibles.
  • Diseñar instrumentos de recolección, tratando de evitar el enclaustrarse en aquellos más conocidos y/o en el uso de un instrumento inadecuado, ya que puede haber un impedimento en alinear la información recolectada con los datos que se buscan.
  • Probar instrumentos y adaptarlos si es necesario, a pesar de la existencia de un tiempo tirano.
  • Realizar planes de recolección y cronograma, cuyos imprevistos también están relacionados al manejo de los tiempos.
  • Coordinar con los informantes y participantes; en este sentido, la dificultad más característica es no poder llegar a más actores y fuentes.
  • Ejecución y registro, con el cuidado de no perder información o que ésta sea incompleta
  • Verificación del cumplimiento del plan: en este sentido, es imprescindible que el/a evaluador/a pueda volver constantemente sobre sus pasos.
  • Ordenar los datos levantados, por lo que es imprescindible que la dificultad no esté dada en la desorganización de la información.

En función a recogida de información es necesario que el/la facilitador/a pueda:

  • Redactar y/o definir un responsable del informe, por lo que es preciso seleccionar la información más importante.
  • Socializar con la comunidad y/o actores para lograr una pertinente retroalimentación: en este punto, a veces esto suele ser bastante dificultoso porque en ocasiones no se logra un documento ágil o de fácil lectura.
  • Definir el producto de comunicación y síntesis: éste es un punto importante porque usualmente no se asigna tiempo específico y/o un presupuesto determinado para la diseminación.
  • Determinar el propósito de la diseminación, en el que suelen aparecer conflictos de intereses vinculados a los temores por la divulgación de resultados.
  • Capacitar al actor diseminador; situación ante la que puede surgir intimidación del actor frente al resto.

En cuanto al uso/ adopción es preciso que el/la facilitador/a pueda:

  • Propiciar espacios de reflexión sobre la viabilidad/utilidad de las recomendaciones, evitando centrarse sólo en el levantamiento de datos.
  • Promover espacios de audiencia para la divulgación de los resultados y recomendaciones, evitando la utilización de un lenguaje muy técnico o básico.
  • Promover la apropiación a través de metodologías apropiadas, lo que suele llevar mucho tiempo y puede haber cierta verticalización.
  • Hacer un plan de seguimiento a diferentes niveles, que debe estar bien estructurado y en el que los responsables asuman los compromisos requeridos.
  • Pensar sobre un paquete de incentivos, sin que se tergiversen los objetivos.
  • Dejar capacidades instaladas para el seguimiento entre los actores que han participado, por lo que debe mantenerse la sostenibilidad (motivación, actitud, recursos, etcétera).

En lo referido a la institucionalización, el/a facilitador/a debe:

  • Involucrar a tomadores de decisiones en el proceso de evaluación, en el que suele surgir un reto general a todos los procesos: esto escapa al control del/a facilitador/a.
  • Mostrar resultados positivos y rigor para convencer a otro de que es un buen método, a pesar de no haber muchas experiencias sistematizadas/revisadas.
  • Guías/documentos de apoyo sobre EP, siendo uno de los principales obstáculos el financiamiento.
  • Utilizar herramientas que propicien la instalación de capacidades en comunidad y mostrar la robustez metodológica de este proceso.
  • Trasladar el enfoque de EP al ámbito académico y profesional, lo que incentiva a escalar desde lo local hacia lo macro, a pesar de ser una gran dificultad.
  • Promover/participar en redes de evaluación que respalden el enfoque de EP.
  • Demostrar que el/la facilitador/a hace un buen trabajo, lo que motivaría el uso de este tipo de evaluación.

Finalmente, tod@s coincidieron en el enamoramiento que genera el proceso y su consecuente compromiso tanto con la evaluación como con cada un@ de l@s actores.

De este modo, terminó la cuarta jornada del Primer Encuentro de Experiencias. Mañana será el cierre con una suerte de Feria de Herramientas para la evaluación participativa. ¡L@s esperamos!

Mientras tanto, los dejamos con esta galería de fotos del día de hoy.

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