por Raquel Luján Soto
La investigación acción participativa (IAP) surge en los años 70 como una alternativa a los métodos tecnocráticos de investigación top-down o de arriba hacia abajo que, hasta el día de hoy, han sido ampliamente aplicados en el campo de las ciencias agrarias.
Sin embargo, estos métodos tecnocráticos no han logrado involucrar a las comunidades campesinas en el manejo sostenible de la tierra, siendo abandonados en muchos casos al acabar dichas investigaciones.
La IAP surge, por un lado, de la necesidad de rescatar los saberes populares locales de las comunidades campesinas y de reconocer el valor de la diversidad de prácticas agrícolas y de manejo de recursos naturales que utilizan para la producción de alimentos, la conservación de la biodiversidad y la generación de paisajes multifuncionales, y que han manteniendo de una forma sostenible los agroecosistemas durante siglos. Y por otro lado, de la necesidad de identificar de forma colaborativa, junto con las comunidades locales, soluciones a medida que consigan resolver sus necesidades y objetivos, y con el fin de que estas soluciones tengan una mayor aceptación y grado de adopción a largo plazo.
El enfoque de la IAP propone modos horizontales de relación entre agricultoras/es e investigadoras/es basados en la idea de que la investigación debe hacerse con las personas a través de un “diálogo de saberes” y el reconocimiento y respeto a las comunidades rurales, sus saberes y su forma de relacionarse con la naturaleza. En esta nota les contaré de ello.
¿Qué es la MEP?
La monitorización y evaluación participativa (MEP) es un enfoque horizontal incluido dentro de la IAP, que aboga por la plena incorporación de la población local en las diferentes fases de los procesos de investigación.
La MEP incentiva procesos de aprendizaje interno que permite a las personas reflexionar sobre experiencias pasadas, examinar las realidades presentes, revisar objetivos, y definir estrategias futuras, reconociendo las diferentes necesidades de las partes interesadas, y negociando sus intereses.
En esta investigación de MEP desarrollada en el sureste de España agricultoras/es e investigadoras/es monitorizan y evalúan durante 4 años diferentes prácticas de manejo sostenible de suelo, enmarcadas dentro del enfoque de Agricultura Regenerativa, como el laboreo reducido, el no laboreo, o la implementación de abonos verdes y cubiertas naturales. Para monitorizar las prácticas regenerativas, se ha utilizado una combinación de indicadores técnicos, que son utilizados por personal investigador, junto con indicadores locales, escogidos y utilizados por las agricultoras y agricultores participantes en la investigación, y sistematizados en un cuaderno de campo que sirve como guía visual para la evaluación de las prácticas de manejo sostenibles del suelo bajo estudio. Uno de los objetivos principales de este proceso de MEP fue lograr una mayor compresión sobre los impactos de los diferentes manejos regenerativos para revertir la degradación del suelo y mejorar la producción de los cultivos, así como para ayudar al rediseño y mejor adaptación de estas prácticas en las fincas de las agricultoras y agricultores participantes.
¿Cuál es el contexto?
El avanzado estado de degradación de la tierra a nivel global insta a la restauración de agro-ecosistemas mediante la adopción a gran escala de manejos agrícolas sostenibles que deben ser adaptados a cada contexto, incluyendo aspectos ambientales, económicos, técnicos, socio-culturales, etc. Estimular la creación de redes de colaboración, entre la comunidad científica, las comunidades de agricultoras/es y otras partes interesadas, que mejoren la adquisición y el intercambio de conocimientos y estimulen el aprendizaje social, es clave para una adopción exitosa y a largo plazo de manejos sostenibles de la tierra.
Se espera que los procesos de monitorización y evaluación participativos (MEP) de manejos sostenibles de la tierra innovadores como la Agricultura Regenerativa (AR), fomenten el aprendizaje social y faciliten su adaptación y adopción, maximizando sus impactos positivos sobre la mejora de la calidad del suelo y la productividad de los cultivos.
¿Cómo hemos llevado a cabo el proceso de Monitorización y Evaluación Participativa?
Para apoyar la adopción de la agricultura regenerativa en el sureste de España, se inició un proyecto de MEP de 4 años de duración en el que participaron investigadoras/es del Consejo Superior de Investigaciones Científicas, y de la Universidad de Córdoba, junto a 12 agricultoras/es pioneras en la aplicación de prácticas de Agricultura Regenerativa en sus fincas de almendros. La MEP se llevó a cabo en el altiplano estepario del sureste de España, una de las regiones más afectadas por procesos de desertificación y erosión de suelos de Europa, debido a prácticas de manejo insostenible de la tierra, y al clima mediterráneo semiárido caracterizado por escasa precipitación anual, en pocos eventos y de forma torrencial.
El proceso de MEP se llevo a cabo siguiendo 7 fases.
La metodología principal para el desarrollo de estas 7 fases fueron los talleres participativos, llevados a cabo cada 6 meses en la finca de una de las agricultoras/es participantes. Dentro de cada taller participativo se utilizaron diversas técnicas para la introducción al tema de la calidad del suelo, la selección de indicadores, su priorización, etcétera, tales como, instalaciones artístico pedagógicas, lluvias de ideas, mapas de relaciones sociales, y mapas cognitivos de tipo fuzzy, entre otras.
¿Cuáles fueron los resultados?
Los resultados tras 4 años de investigación participativa mostraron que el proceso de MEP favoreció el aprendizaje social en las agricultoras/es participantes, las cuales fortalecieron y ampliaron el intercambio de información sobre los diferentes manejos de Agricultura Regenerativa principalmente con otras agricultoras/es de su entorno, y presentaron una comprensión o entendimiento común más complejo y amplio de los impactos de las diferentes prácticas regenerativas evaluadas y sus beneficios sobre la mejora de la calidad del suelo, la biodiversidad y la producción, entre otros indicadores evaluados.
Además se demostró el potencial de diferentes prácticas de agricultura regenerativa para restaurar la calidad física, química y biológica de suelos degradados en el semiárido Mediterráneo.
Por ejemplo, los resultados obtenidos con los indicadores técnicos de calidad de suelo mostraron que los manejos que combinaron un laboreo reducido del suelo o no laboreo, junto con el mantenimiento de cubiertas vegetales, naturales o sembradas, y la adición de enmiendas orgánicas, obtuvieron los mejores resultados de calidad del suelo, a nivel de propiedades físicas, químicas y biológicas. Los indicadores locales mostraron mejorías en el control de la erosión y en el vigor de los árboles, entre otros.
Los resultados de esta MEP muestran, por un lado, que diferentes prácticas de agricultura regenerativa pueden mejorar la calidad del suelo y la sostenibilidad de los agroecosistemas en el Mediterráneo semiárido, aunque los manejos que combinan varias prácticas maximizan los impactos positivos. Además, se muestra que la investigación participativa, y en concreto los procesos de MEP, que apoyan el aprendizaje social y la interfaz ciencia-práctica, tienen un gran potencial para mejorar la adopción de manejos sostenibles de la tierra a gran escala y largo plazo.
¿Qué se concluye de este proceso de 4 años?
Este trabajo concluye que los procesos de MEP, y el desarrollo conjunto de soluciones entre investigadoras/es y agricultoras/es, fomentan la autoevaluación y la auto-reflexión por parte de las comunidades agrícolas sobre los datos registrados a nivel individual y comunitario, y pueden ayudar en la toma de decisiones para lograr los objetivos deseados de restauración del suelo, mejorando el empoderamiento de las comunidades agrícolas y ofreciendo una herramienta muy poderosa para apoyar el aprendizaje social y la adopción a gran escala de manejos sostenibles de la tierra a largo plazo.
Raquel, muchas gracias por el post. En Brasil, en el Proyecto Paisajes Rurales , donde coordino el monitoreo, utilizo el MEP como estrategia y gracias a estas estrategias hemos podido lograr resultados con los productores rurales del cerrado brasileño y con el equipo técnico. Hoy tenemos más de 19.000 hectáreas de áreas de conservación y restauración recuperadas y más de 80.000 hectáreas de áreas de recuperación de pastos degradados en 7 estados brasileños. Si desea saber más sobre este proyecto, póngase en contacto conmigo.