Con miradas divertidas y sonrisas de bienvenidas, l@s participantes se mezclaron entre acentos, tonalidades y modismos que se referían a un mismo tópico: sus experiencias con la Evaluación Participativa.
Luego de una ronda en la que no sólo hubo una presentación personal y de la institución a la que pertenecen, una pregunta descolocó a l@s participantes: “¿Qué es lo que me gusta de mí?”.
Entre una mezcla de humildad y de no estar acostumbrad@s de hablar abiertamente de sí, tod@s coincidieron en las mismas características: pasionales, intrépid@s, curios@s, sencill@s y dispuest@s a aprender. Es que pareciera que la Evaluación Participativa envuelve a tod@s aquell@s que están dispuest@s a ser disruptiv@s, no sólo en su vida, sino también con todo aquello que l@s rodean.
Durante la primera parte de la mañana, distintos grupos presentaron sus experiencias en el desarrollo de EP. Cada una atravesó cuatro ejes temáticos: dificultades o limitantes, ventajas y aportes, aprendizajes claves y desafíos para desarrollar la EP.
En cada una de las experiencias presentadas se hizo alusión al saber como un instrumento de desarrollo social colectivo y de intervención que motiva al cambio.
– La experiencia “Evaluación Servicio de prevención y Atención del cáncer en Valle la Estrella – Costa Rica” estuvo atravesada por el empoderamiento. Este proceso de “investir de poder” fue realizado a través de la formación de agentes y con la fuerte convicción de que tod@s aquell@s que se habían subido a ese barco, no tenían la opción de abandonarlo. En esto radicaba uno de los principales retos, el grupo de agentes era tan heterogéneo que en lo único que coincidían es que ningun@ de ell@s sabía qué era la Evaluación Participativa -por supuesto, tampoco la habían realizado-. A su vez, esto estaba enlazado con el desafío principal: hacer una evaluación que cumpliera con los requisitos de calidad. Con el proceso de recolección de la información y su consecuente traducción metodológica, también se marcó una nueva ruta: capacitar a l@s agentes participantes no sólo en EP, sino a verse a sí mism@s como “evaluador@s”. El empoderamiento estuvo marcado en el testimonio de una de las evaluadoras de la comunidad: “estamos empoderadas y fortalecidas, el ser partícipes y llegar a las personas a través de la Evaluación Participativa… ser tomadas en cuenta, me quedo con un gran aprendizaje y tenemos el deber de seguir participando en estos aprendizajes”.
-Con la experiencia “Piloto de Evaluación Participativa en intervenciones del Programa Servicio País” se presentó al empoderamiento como una necesidad de las organizaciones, logrado a través de la formación en el desarrollo de capacidades sobre evaluación. Y con esto, un nuevo reto acechaba: romper con lo conocido en la evaluación a través de esa mirada cuantitativa que mostraba a la evaluación como un complemento a los resultados de logros. Para esta disrupción, las dimensiones evaluadas no se enmarcaron sólo en los resultados, sino en los procesos, efectos y funcionamiento metodológico -realizar una evaluación de la evaluación-. De este modo, se logró hacer evaluación con otra óptica: cualitativa, colectiva y ex – dure.
Esta versión piloto, le permitió al Programa Servicio País observar a la Evaluación Participativa a través del uso de técnicas no convencionales, que logró ser un factor de éxito que no tenían previsto, ya que permitió a los participantes definir criterios propios de logro, evaluar resultados y diseñar estrategias de trabajo. Es que este tipo de evaluación propicia la participación activa, la reflexión colectiva y la visibilización de aprendizajes, ya que contribuye a recordar permanentemente las metas colectivas y elementos motivacionales para l@s participantes del proceso.
– En la experiencia “Evaluación de proyecto de cooperación en Desarrollo de Medios de DW Akademie en Guatemala, Colombia, Ecuador y Bolivia” el empoderamiento pudo observarse en la decisión de DW Akademie de no contratar evaluador@s extern@s, sino tomar ese reto: ser l@s evaluador@s. Lo que consecuentemente trajo como desafío reflexionar sobre la evaluación de los proyectos (con una ayuda previa adicional dada por un evaluador externo de DEval que capacitó en preguntas de evaluación, investigación, desk research, presentación de resultados e informe final).
Tanto los proyectos de Guatemala, Colombia, Ecuador y Bolivia participaron en el aprendizaje de EP, siendo los objetivos de cada país distintos. En este punto es en el que se dio el quiebre: con anterioridad, las evaluaciones eran externas y, con esto, sus recomendaciones no eran propias. Luego, con la adopción del rol de evaluador@s, hubo una apropiación de esas recomendaciones, que serían la tabula sobre la que se escribirían los próximos proyectos y en los que no sólo se seguirían incorporando a las organizaciones en su creación, sino que también se involucrarían a los socios a la hora de desarrollarlos.
– La última experiencia del primer bloque fue la “Evaluación intermedia del Programa Consorcios Regionales de Investigación Agropecuaria (CRIA), Guatemala” o en un nombre más acorde con el dinamismo de la jornada: Evaluación participativa bajo presión extrema. Fue presentado una nueva visión: un paradigma transversal a una evaluación orientada al uso, a lo útil, lo colaborativo y participativo. Éste está basado en el viejo decir “si no se usa, no sirve”, por lo que se vuelve imprescindible la utilización de los hallazgos. Con una serie de desafíos y retos, se observó que las EP no sólo generaban soluciones reales en el campo, sino que estaban transformando dinámicas sociales e, incluso, las culturas institucionales. De aquí se desprendía uno de los hallazgos inesperados, el programa no sólo estaba generando liderazgo en las regiones, estaba impulsando el emprendimiento de este enfoque en las mismas.
En vez de la necesaria siesta reparadora, una de las participantes del encuentro coordinó una dinámica participativa, que consistía en la transmisión de fuerzas energéticas a través de la réplica de palabras asiáticas que, consecuentemente, llevaban al estallido de risa. ¿Funcionó? Nadie lo sabe, lo cierto es que tod@s emprendieron el segundo bloque de cuatro experiencias, divertidos y con los pulmones aireados de tanto reír.
-La organización TECHO presentó diversas experiencias de evaluación de sus mesas de trabajo en Chile, Ecuador, México, Paraguay y Uruguay. Es que TECHO ha establecido 442 mesas de trabajo en casi 564 asentamientos populares, en los que se ejecutaron 108 proyectos de infraestructura comunitaria. Las llamadas mesas de trabajo son espacios de formación y educación popular en las que se capacitan y fortalecen a l@s actores involucrad@s en la aptitud de reflexionar, analizar, proponer soluciones y actuar. De este modo, la EP fue usada para reafirmar los espacios colectivos de deliberación y, también, para fortalecer la participación. Debido a la cantidad de mesas de trabajo, se ha planteado la necesidad de estandarizar y mejorarlas; así como también la necesidad de incentivar la participación ciudadana, que colabore en la desconcentración del poder. Esto a su vez, permitiría una sostenibilidad de la gestión comunitaria que cimente la identidad colectiva y promueva el trabajo en red.
-La presentación sobre “La Capitalización de Experiencias, proyecto CTA (África, Asia y A.L)” rompió con los esquemas de las experiencias. En una especie de escalera de Penrose -ese cuadro en el que las escaleras son infinitas-, se planteó la iniciativa de “implementar, aprender sobre la implementación, mientras se está implementando”. De este modo, el aprendizaje activo genera no sólo esfuerzos prácticos y teóricos, sino que hace real la capitalización de experiencias. No se trata de un proceso de sistematización más; no, es ir más allá. No sólo se apunta a motivar al uso de las reflexiones o a generar conocimiento, sino a lograr que la capitalización de experiencias sea usada y que el mismo proceso sea instaurado. Y, con esto, lograr la validación del proceso mismo.
-La última de las experiencias de la tarde fue el “Método participativo de autoevaluación de la calidad educativa”. La autoevaluación en estos contextos tiene como factor inspirador el promover la cultura evaluativa en los docentes a través de procesos participativos. El método para la autoevaluación tiene tres características: es guiado, confidencial y participativo. Lo que se pretendió con esta experiencia -sustentada en la Teoría del Cambio- fue lograr erigir escuelas inteligentes. Esto no quiere decir lograr la excelencia en términos curriculares, sino fomentar el desarrollo de habilidades no curriculares a través de una gestión escolar abierta y consultiva. Los tres actores que fueron parte de este método fueron los docentes/ directivos, la familia y l@s estudiantes, participación que concluyó en un plan de acción. Debido a que la música del método tenía un compás similar al de la escuela, esta autoevaluación también incidió en la formación docente, ya que se cuestionaron desde las propias prácticas y, con esto, se fomentó la mejora de las estrategias pedagógicas.
Esperamos que a través de estos relatos que haremos día a día, tod@s puedan vivir con nosotr@s estas jornadas. Ese es nuestro compromiso a través de estas esquelas: ¡borrar fronteras y que tod@s seamos participantes!
L@s invitamos a ver la galería de fotos del primer día del Encuentro!