La Evaluación Participativa dentro del cofre del “tesoro”

La tercera jornada inició con un objetivo: la búsqueda del “tesoro”. Lejos de encontrar doblones de oro, l@s participantes se arremetieron sobre los enormes patios del hotel en la exploración de esos elementos que den rigor y legitimidad al proceso de la evaluación participativa.

En dos grupos, l@s participantes buscaron tarjetas en las que tenían plasmados pasos del proceso de evaluación tradicional que evocaban aspectos bases de la EP. Lo que permitió empezar a hablar de la rigurosidad buscada: identificación de actores, formulación de objetivos y preguntas de información, elaboración de planes de trabajo, recopilación de información, análisis y elaboración de informe y acciones de mejora.

Esta iniciativa fue el puntapié inicial para hablar sobre el “cómo de la evaluación”; es decir, el proceso metodológico de la misma. En este sentido, se habló de la obtención de la legitimidad y apropiación del enfoque mediante un marco metodológico común al resto de las evaluaciones. Con la flexibilidad como bandera de batalla, se habló del devenir del planteamiento lógico que propone instrumentos de acción. Para esto fue preciso poner el acento en el identificar a l@s actores y, con esto, definir las reglas de juego en función al poder: sus asimetrías y la posibilidad de hablar de la horizontalidad.A su vez, se resaltó la importancia de volver sobre los pasos, ya que existe la dificultad de identificar a tod@s l@s actores sin saber hacia dónde se va. Por esto, es preciso que en este proceso de evaluación se avancen lo suficiente en los objetivos para que la misma evaluación no sea cerrada a los actores. De ahí la imprescindibilidad de la existencia de un equilibrio en los momentos de participación para definir la acción del -y en el- proceso.

Este debate llevó a hablar sobre la necesidad de crear matrices que pueda asimilar un marco lógico transversal a todas las evaluaciones -con sus propias singularidades-, en el que se tengan en cuenta las preguntas de evaluación, sus criterios e indicadores, las fuentes de información y las técnicas de recogida. Cada aspecto debe ser flexible y siempre con vista en el para qué y el a quién les resultará útil esa evaluación. Estas matrices serán claves para cada evaluador@ al momento de redactar informes y plasmar sus recomendaciones. Es preciso que esa flexibilidad de la que hablamos permita que quien/es realiza/n la evaluación puedan volver sobre sus pasos para identificar vacíos y, eventualmente, dar un viraje con el timón. Para esto, es preciso que las matrices tengan una cierta trazabilidad al momento de dar una recomendación, ya que ésta se convierte en una especie de respaldo del evalud@r.En relación con l@s actores, se habló de la particularidad de la EP de ampliar la pluralidad de voces, diversificar -y tener foco- en los intereses, poner sobre la mesa todos los para qué y los para quiénes. Esto conllevaría a que se multiplique y amplíe su potencial de uso, además de otorgarle cierta legitimidad a través del rigor metodológico, junto a los retos que también plantea la EP y que las formas tradicionales no solucionan. Básicamente porque en la EP la distintividad es que ésta “es con tod@s”.

A su vez, el cómo se aborda cada parte del proceso (identificación de actores, descripción de los proyectos, formulación de las preguntas, concretar con indicadores, identificación de fuentes de información, selección de instrumentos para recopilar la información) para que sea participativo es lo que marca también la distribución del poder en la diversidad de actores presentes en el proceso.

Una vez que se encontró la ruta hacia el tesoro de la Evaluación Participativa, invadió el encuentro el Sindicato de hormigas obreras, el Programa de las Hormigas Unidas para el Desarrollo y las Cigarras. Lejos de ser plagas intrusas, éstos fueron casos ficticios para recrear algunas de las situaciones que se pueden dar en la realidad evaluativa. Para esto, los distintos grupos debían crear una matriz de evaluación que permitiese una reflexión más profunda que fuera más allá del marco metodológico y diese las pautas -y pistas- sobre qué, cómo y dónde enfocar la mirada. Esto permitió acordar a la Teoría de la Intervención -con sus propuestas de Modelos de Cambios y la Cadena de Resultados- como necesaria para la EP. En definitiva, esto se debe a que ésta es una fotografía que permite ver cómo l@s distint@s actores ven y reflexionan conjuntamente sobre el objeto evaluado.En la segunda parte del día se habló sobre identificar las fuentes de información y el diseño de herramientas idóneas para la recolección de ésta. Lo que se vuelve más participativo a medida que aumentan l@s actores locales en la decisión y diseño que, por supuesto, a veces evocan distintas temporalidades. Éstas, por lo general, tienen su raíz en la forma participativa propia de la EP, con la que se invierte tiempo en capacitaciones y construcción de instrumentos para la recogida de datos. Esta etapa es fundamental para que el proceso tenga el rigor metodológico necesario; en especial, porque son l@s actores involucrad@s -que en otras evaluaciones se caracterizan por su pasividad- se vuelven en actores activ@s con una capacitación previa.

La siguiente etapa sobre la que se habló fue la sistematización de la información y la escritura del informe. En este punto radica una de las dificultades de la EP, ya que, si bien es un proceso bastante breve, éste deja de ser 100% participativo. Esencialmente porque la redacción es una actividad con un grado de complejidad alta, que requiere que sea adecuada y completa y el hacerlo en colectivo resulta ser una tarea ecuménica. A modo de sugerencia se habló de la posibilidad de redactar el informe, compartírselo al resto de los actores y llegar a un acuerdo entre tod@s. A su vez, se planteó que ésta no era la única dificultad; también lo era el brindar las recomendaciones orientadas al cambio de una manera participativa entre tod@s l@s actores.Estamos a mitad el camino en este proceso, era necesario una evaluación parcial. En tal sentido, la jornada culminó con un repimporoteo de opiniones de l@s participantes respecto al Primer Encuentro de Experiencias de Evaluación Participativa desarrolladas en la región de América Latina y el Caribe. Hasta acá, el encuentro ha sido valorado positivamente por l@s participantes, valoración que se resume en la dinamicidad del intercambio de las experiencias, las dinámicas, la construcción colectiva del conocimiento y aprendizaje a partir de las experiencias y el aporte de los coordinadores.

Mañana seguimos! Nos concentraremos sobre el rol de l@s facilitador@s en la evaluación participativa. Acá una galería de fotos de esta jornada.

El pase de diapositivas requiere JavaScript.

 

Deja un comentario