por Silva Ferretti
El estereotipo de la persona evaluadora es el de una persona experta, que puede encontrar a través de métodos científicos aquello que no funciona en un programa. Este/a experto/a brinda a la vez recomendaciones específicas y razonadas para remediar los problemas detectados, para que las personas a cargo del programa respondan a ellas.
De este modo, el o la evaluador/a asume una posición de autoridad profesional. Todo el sistema de evaluación les empuja -y a quienes les contratan- a ajustarse a este estereotipo en el cual se presenta como evidente y conveniente que, en algún momento, el/la evaluador/a se arrogue la capacidad de modificar, validar y proporcionar las recomendaciones y soluciones adecuadas para mejorarlo.